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Medio siglo después, en Roma, fue Tiberio Graco el que trató de mejorar la democracia. Como tribuno de la plebe promovió una reforma agraria que fue frenada por la aristocracia parlamentaria. Tanto él como su hermano Cayo y muchos de sus seguidores terminaron muy mal.
Un tipo interesante fue Thomas Jefferson, el que se quemó las pestañas definiendo el concepto de libertad en la Declaración de de la Independencia de los Estados Unidos. Sin pelos en la lengua, opinaba que «la democracia no es más que el gobierno de las masas, donde un 51% de la gente puede lanzar por la borda los derechos del otro 49%».
El dilema es tan largo como la historia misma de la humanidad.
En definitiva: ¿Qué es la democracia?
¿Que el pueblo tenga derecho a votar un domingo cualquiera?.
No se puede calificar a un gobierno de democrático solamente por haber ganado una elección.
Si ese gobierno triunfante en los comicios está controlado -como en tiempos de Solón o de los Graco- por los que detentan la riqueza, pierde legitimidad democrática.
Perder legitimidad democrática no lo convierte en dictadura.
Pero sí en Plutocracia.
Y eso es tan antiguo como Jenofonte, aquel historiador griego que fue el primero en hablar del tema.
En una «democracia precarizada» como la definió Cristina en un acto de campaña o plutocracia como puedo definirla yo por esta vía, suceden cosas como estas:
El representante de una Corporación mundial con intereses en el negocio de la energía (Shell), define desde el gobierno las políticas energéticas.
Un personaje ligado a la banca extranjera coordina la estrategia del gobierno en materia de endeudamiento externo.
Un personero de las grandes patronales del agro fiscaliza el quite de retenciones y otros cuantiosos beneficios que alimentan los agro-negocios.
Los grupos monopólicos de comunicación inciden en la designación de funcionarios y jueces.
El Ministerio de Economía somete su plan de acción a la aprobación de las más poderosas asociaciones empresarias de la industria, el agro, el comercio, los servicios y las finanzas.
La Ministra de Seguridad articula con los servicios de inteligencia de las potencias más beligerantes de occidente: Estados Unidos e Israel, muy interesadas en alinear a Argentina y América Latina en un orden internacional que les garantice control de los recursos naturales.
El pueblo pierde sus trabajo, reduce sus ingresos, soporta los tarifazos, cierra sus comercios e industrias…
los argentinos y argentinas tenemos una posibilidad que no se da en la mayoría de los países del planeta tierra; podemos constrastar al actual gobierno con lo que fue el ejercicio de una auténtica Democracia en nuestro país. La que nació de una revolución que tuvo su primer acto en octubre del ’45.
La clase trabajadora en el gobierno, representantes del movimiento obrero en los ministerios, agregados laborales en las embajadas, las organizaciones libres del pueblo definiendo políticas y una Constitución basada -entre otras cuestiones- en el control soberano de los recursos estratégicos, la función social de la propiedad y en la consagración de los derechos sociales de las mayorías.
Concepción Justicialista, filosofía de los trabajadores, humanismo popular, una experiencia que de haber continuado mostraría hoy al mundo 70 años de la mejor Democracia.
La oligarquía que hoy gobierna, con violencia, lo impidió.
Esa misma oligarquía que con esta frágil experiencia de «democracia precarizada» intenta convertir gradualmente a la Argentina en colonia del gobierno mundial controlado por un puñado de Corporaciones.
En este lugar del mundo y en este minuto de la historia es el Peronismo y es un Movimiento Obrero suficientemente Organizado, con abundante y rica historia, el obstáculo que obliga al gobierno plutocrático de Argentina al gradualismo en el avance de su proyecto.
La fragmentación popular concede poder y tiempo al enemigo, la unidad construye nuestro propio poder.
El desafío es volver a un Gobierno Peronista fiel a sus principios y a su doctrina, con vocación de poder y capaz de abrir esperanzas en un mundo invadido por la cultura del descarte, como señala un argentino que moviliza multitudes.
Entre los célebres griegos que Perón citaba con frecuencia estaba Pericles.
Fue Pericles quien dijo:
«No imitamos, sino que somos un modelo a otros».
Eso es el Peronismo… ejemplo de Democracia.
* Secretario General Federación Gráfica Bonaerense / Corriente Federal de Trabajadores
